ZAGUANES
Cual bocas sedientas se abren con música de
oxidados gonces dejando entrar misterios
y recuerdos
Zaguanes
de ciudad antigua testigos de romances
guardando épocas de rondas en la
plaza, de collares de perlas.
Espías
de charlas vecinales mecidas en sillones
de mimbre que descansaban en las anchas veredas , bajo el perfume de las
nochecitas veraniegas.
Negros mastines protegen dos figuras matriarcales; una meciendo a la
niña. Ésta guarda esa imagen que acompaña sus miedos mientras se van espaciando
las visiones con los años.
Períodos
de tiempo de olvido borraron a los perros, al sonido de las botas aterrorizando
la calma de las calles, al dulzón aroma de las madreselvas y al femenino
taconeo de las tías visitando a la abuela.
Remolinos
de angustia y miedos envuelven en su girar a los perros de la pesadilla .y los
transporta ya no más el zaguán, sino al
jardín abandonado que se resiste a perecer entre invasores yuyos.
El
jadeo que repiqueteaba en sus oídos despertándola con el corazón palpitante se
había diluido en el transcurso de los años, de las épocas, de los recuerdos.
Los
mastines, comprende ahora, eran los guardianes de una época cuyo recuerdo serviría de respaldo y fortaleza a este
presente que cual jardín abandonado volvería a florecer.
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