martes, 31 de octubre de 2017

LA NUEVA CASA

LA NUEVA CASA
La estaba esperando, guardando la tibieza de los soles del este que marcaban su rumbo entre los cristales del dormitorio.
Allá en Piedra Blanca comenzó silenciosa la despedida. Fue cuando las rosas se tornaron negras al tiempo en que los cerros  se iban desdibujando en el horizonte.
El arroyo ya no acariciaba los atardeceres con fluires juguetones; se detenía en una nada de piedras temiendo la llegada de la noche, donde ya no brillaría el cuarzo pues la luna también había huido de Piedra Blanca.

La luminaria mortecina de la calle, como un recuerdo presagioso en la última visión de su noche;
 La negra volanta desbocada bajo esa  misma luz que sudaba un fuerte olor a miedo en el Martín de las Escobas de la década del 40.
Ahora todo se enmarca en la silueta de los cerros comechingones, la arboleda perfilándose en la noche…..
No recuerda en cambio el telón de fondo de aquel accidente del pasado, todo era negrura; la volanta, el cielo sin estrellas, los ropajes de los espectadores. Sólo la misma luz rojiza rodeada por un halo pegajoso de gotas daba color al recuerdo.
Aún los cerros convertidos en cárcel la rodeaban, pero ya se iba acortando el camino hacia la huida.
Elegía las calles pedregosas al dirigirse a la plaza, tratando de situarse en otra época de pueblos olvidados.
Suspira el seco viento del norte mientras va arrastrando el pasado hacia otros cielos.
Ella la esperaba tan tibia como un nido. Sería su reposo antes de partir hacia otros sueños.



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