miércoles, 14 de diciembre de 2011
continuación de "la cautiva del último malón de Renca"
los genes dicen que se repiten en la tercer o cuarta generación y así Eduviges heredó lo más cruento del carácter de su bisabuela Fermina, cuentan que nunca nadie la vió reir,sólo un rictus pétreo que quería imitar una sonrisa..............
Así fue que llegó a este mundo una muchachita de profundos ojos negros y cabello duro como cepillo, que recordaba la figura de aquel capitanejo de Yanquetruz.
¡¡pobre la "doñita" criada por una bisabuela que se había reencarnado en su madre!!! Su hermano ,al fallecer Eduviges,ya libre de su tutela contrajo matrimonio y la "doñita" a pesar de haber sido amparada por una tía nunca pudo librarse del estigma que le bajara por vía materna y así dió origen a la leyenda de La Mora Nona.
Nota: puede leerse la historia completa en el libro "El llamado de Piedra Blanca y el Ala de los Olguín
Así fue que llegó a este mundo una muchachita de profundos ojos negros y cabello duro como cepillo, que recordaba la figura de aquel capitanejo de Yanquetruz.
¡¡pobre la "doñita" criada por una bisabuela que se había reencarnado en su madre!!! Su hermano ,al fallecer Eduviges,ya libre de su tutela contrajo matrimonio y la "doñita" a pesar de haber sido amparada por una tía nunca pudo librarse del estigma que le bajara por vía materna y así dió origen a la leyenda de La Mora Nona.
Nota: puede leerse la historia completa en el libro "El llamado de Piedra Blanca y el Ala de los Olguín
EDUVIGEES PERALTA
R
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emontándonos
a los tiempos del último ataque del cacique Yanquetruz a la población de Renca,
en el año 1834, podremos comprender su figura, tal vez signada por la historia
de su bisabuela Fermina.
Fermina
habitaba en los pagos de Renca con sus padres, sangre mestizada con el español,
que le dieran esos ojazos de brasa y cimbreantes caderas de cumbrera.
El
temor acompañaba siempre los pasos de los habitantes de Rena, alertas al huir
de los pájaros en las madrugadas y al temblor de la tierra cuando se acercaba
el malón de los ranqueles, que acosaban la zona en ataques sorpresivos pero
esperados. Un poco de tranquilidad había insuflado esperanzas ccon las noticias
llegadas a la zona de la derrota del cacique ranquel en la batalla de las
Acollaradas el 16 de marzo de 1833 a manos del general José Ruiz Huidobro, que
había partido a mediados de febrero desde San Luis con unos 1000 soldados, pero
no se habían anoticiado de que Huidobro, tuvo que regresar cuando el temido
cacique le arrebatara la caballada.
Es en
1834 cuando Yanquetruz regresa a su territorio e inicia una
campaña
contra San Luís, atacando el 7 de marzo a Achiras (Córdoba) y luego continuar
con El Morro y Renca.
Fue
para entonces cautiva la joven mujer en el último malón. Cuando en octubre del
mismo año, Yanquetruz es derrotado por fuerzas de San Luís y de Buenos Aires en
la Pampa del Molle (o del Rosario) Fermina puede regresar a Renca con su
pequeña hija, fruto de su unión con uno de los capitanejos del cacique, que
fuera muerto en el combate.
Su vida
en Renca no fue fácil, ya que las miradas de sus vecinos hacia su hija tenían
el odio escondido por saber a la inocente criatura fruto del horror que había
padecido Renca; por este motivo, Fermina decidió emigrar a otros pagos. Su
carácter se había convertido en algo sombrío siempre al acecho y más que a la defensiva,
al ataque.
No
cuentan los anales como llegó a los parajes de Piedra Blanca, pero sí que aquí
formó otra familia con un paisano sirio libanés “el turco Elía” que por su
profesión de mercachifle la dejaba en la soledad del campo largos tiempos,
mientras él recorría la provincia ofreciendo su mercadería.
Así con
esta historia familiar, llegan los años 40 y el nacimiento de su bisnieta
Eduviges.
Los
genes dicen que se repiten en la tercer o cuarta generación y así vemos como
Eduviges hereda lo más cruento del carácter de su bisabuela Fermina.
Cuentan
que nadie la vio sonreír. Sólo un rictus pétreo que quería imitar tal vez una
sonrisa la caracterizaba.
Su
hermana Juana en cambio, era totalmente distinta, solidaria, inquieta y siempre
tratando de proteger a sus sobrinos de la rigidez de Eduviges, que a veces
rayaba con la crueldad en los castigos.
A los
once meses de haber nacido el primer vástago, vino a este mundo una muchachita
de profundos ojos negros y cabello duro
como
cepillo, que si hubiera vivido Fermina le hubiera hecho evocar al padre, aquel
caciquejo de Yanquettruz.
Parecía
que con ese nacimiento, Fermina se había reencarnado en su bisnieta, pues Juana
tuvo que imponerse y hacerse cargo de la niña, al ver el mal trato ocasionado
por la madre.¡¡ que no hizo Juana
para proteger a la niña ¡! Y ese fue tal vez el destino de la descendiente del
capitanejo del último malón de Renca.
El hijo
mayor de Eduviges, vivió largo tiempo bajo la tutela y la tiranía de su madre,
hasta que a la muerte de ésta le llegó la liberación y al fin pudo comenzar una
vida normal Concretó su anhelo de formar pareja con una moza de los altos del
Rincón del Este, a la cual la imposición de su madre le prohibía el
acercamiento amoroso.
Y la morera seguía creciendo, invadiendo como
un ancestral malón aquel rancho de La Ramada
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