EL
JARDÍN ABANDONADO
Verde claro y verde obscuro, viento
meciendo rosadas campanillas semicerradas
Don romero entrelaza su perfume con su
amiga y compañera de tantos años , esa lavanda que aùn un tanto semiseca continúa seduciendo
con su aroma
Que piensa el romero mientras se mece
somnoliento arrebujado en los recuerdos del que fuera el jardín encantado de plantas
exóticas que aparecían entre cada surco y cada piedra?
Evoca acaso esa mano de largos dedos que
rozaban sus hojitas picudas en los días de ardientes veranos buscando calmar
ardores de imposibles sueños?
Un viento piadoso peina las malezas y
deja entrever en los espacios, algo de tierra
arenosa que aún guarda el brote de un rosal escondido.
Como en un sueño ardiente vientos de
verano traen recuerdos invocando el pasado para que no desaparezcan en la nada.
Y que es la nada? Un cúmulo de grises o
de blancos vacíos?
La nada se marcha cuando la etérea
figura de albo ropaje rescatada del recuerdo por el romero pasea sus inconclusos sueños en el
jardín encantado del recuerdo.
El fantasma ilumina cada recodo
transitado del pasado dibujando aquí y allá amarillas mariposas volanderas que
inician un romance con aquel picaflor verde azul que cabía en el hueco de la
mano.
La nada ya no es gris ni tenebrosa; se
ha pintado de rosas, de verdes y azul celeste inspirados en un cielo coloreado
de blancas nubes y un aire aromado de esperanzas
No es la Ofelia que canta canciones y ofrece flores en su locura shakesperiana para luego
dormir en su lecho de silenciosas aguas, es otra esta Ofelia sin nombre la que
desparrama silenciosa y riente perfumes de jazmines y ecos de coyuyos
noctámbulos en un cielo de nubes volanderas para salvar al jardín del olvido.
Susana Galván