EL MOLLE QUE QUERÍA SER LIBRO
H
|
abía una vez un lugar cerca del
arroyo que separaba las provincias de San Luís y Córdoba, allá donde el camino
se hacía más solitario y sinuoso , mientras los verdes de primavera corrían los
últimos restos marrones del invierno detrás de las sierras; se erguía
achaparrado y tristón el molle de este cuento, quién solía lamentarse el que todos
pasaran a su vera sin reparar en él ,urgiéndoles el internarse en el mágico
sendero que los arribaba al club de campo, que enclavado en la sierra estaba
provisto de comodidades tales como asadores, sanitarios y una pileta alimentada
por la fresca agua de vertiente donde era una delicia bañarse
Además el lugar se había hecho conocido
por la letra de la canción que Rubén Gallardo había compuesto en homenaje a sus
propietarios, Juan el largo y su compañera Rosa.
Aunque el movía rumorosamente sus
ramas, lanzando el aroma de sus pequeñas flores blanquecinas, nadie se detenía
bajo su sombra acogedora. Es verdad que en una ocasión una pareja de turistas
en luna de miel, aprovechando la soledad se tendió bajo su protección dando rienda suelta a sus
impulsos amorosos para terminar totalmente flechados, no ya de amores, sino de
una urticaria fastidiosa que hizo terminar antes de tiempo con sus vacaciones.
._Bueno:_ se dijo el árbol._ ellos no
conocían la leyenda y su piel blanca fue desencadenante de la tragedia._( en
tiempos de la conquista sucedió que un capitán español, enamorado de una
doncella aborigen, al verse rechazado por ella, la asesinó; por lo cual
Pachamama la convirtió en molle y se dice que cuando una persona de ascendencia
europea se duerme bajo su abrigo, caen flechas desde el árbol, produciendo
comezones en todo su cuerpo, las mismas que lanzara el verdadero dueño del amor
de la muchacha contra el conquistador ,para vengar su muerte)
Así continuaba la vida del molle,
sacado de su aburrimiento a veces por la visita de las serranas, que
recolectaban sus oblongos frutos para endulzar infusiones y hacían lo mismo con
sus hojas que utilizaban para medicaciones.
Clarita solía acompañar a doña Pura ,
siempre ligándose un reto de su abuela, pues en vez de dedicarse a guardar los
frutos y hojas, que para eso la llevaban, aprovechaba esos momentos para hablar
secretamente con el molle, confiándole sus sueños de niña. Así transcurrió el
verano , el otoño comenzó a dorar las hojas del árbol las cuales depositándose
en el pedregoso suelo terminaban formando una alfombra ondulante que adquiría
vida con cada soplo de los vientos serranos; la cual siempre estaba húmeda pues
del molle caían lágrimas de tristeza por la ausencia de Clarita. Llegaron las
nieves y el tiempo continuó inexorable su andar hasta que el rumor de los turistas volvió a poblar de vida el
paraje en las vacaciones de invierno y el milagro se produjo. Clarita había
regresado a visitarlo; ya no era la pequeña serrana que se había marchado hacía
tanto tiempo, ahora tenía ante sus vegetales ojos a una jovencita de cabello
renegrido y lustroso, que vestía ceñidos
vaqueros y se apoyaba en su tronco para escribir poemas y sonreírle
en simple complicidad.
Ya
doña Pura no la acompañaba con sus rezongos; solo eran la joven y el molle.
Aquí
supo el árbol lo que era la felicidad espiando los versos que se desgranaban en
las hojas vírgenes del cuaderno. Muchas horas fueron testigo del acaso romance
del árbol y la niña, pues hallaba su inspiración bajo su copa y del rumor de
sus hojas acariciando su rostro.
Así
fue que terminaron esas vacaciones y Clarita regresó a la ciudad, sumiendo
nuevamente en la soledad de la espera a su amigo.
A
veces furibundo descargaba sus flechas de leyenda hacia los pocos caminantes
que atinaban a pasar por su cercanía, otras se sacudía en sollozos impregnando
el árido suelo y ese llanto fue dando vida a unas extrañas plantitas cuyas
flores al ser rozadas por los rayos del sol, adquirían forma de letras; también
su copa fue paulatinamente cambiando de forma, abriéndose a ambos lados
semejando un libro abierto. Pachamama habíase apiadado de su dolor y soledad,
otorgándole su nueva fisonomía.
Cuentan
los lugareños que en el recodo del arroyo que lleva a “El Escondido” se
encuentra un molle de beber, que en vez de flechar a los que se refugian bajo
su sombra, les hace caer en su regazo frutos y flores de colores negro y azul,
en forma de letras, que si se detienen a observar pueden leer poniéndolas en
orden; hermosas leyendas y poemas de amor, mientras el viento mueve el follaje
abriéndolo como las hojas de un libro
MOLLE : Como
diurético y estomacal se emplean los frutos y hojas; contra resfríos,
edulcorante medicinal y para teñir de color amarillo, las hojas. Para la
preparación de bebidas denominadas "arrope" y "aloja" y
fabricar refrescos, los frutos; además, en Córdoba
acostumbran colocarlos en el mate para mejorar su sabor. La madera es
utilizada para carrocerías, postes y leña. La planta es ornamental